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La incertidumbre es el campo de la PAZ.

¿Qué es bueno y qué es malo?

En el libro de The Field Project, EL Curso 2.0 reencontré una historia que a veces la obviamos por lo simple que es: “En la antigua China, vivía un viejo granjero que trabajaba una pequeña parcela de tierra con su hijo adolescente. Eran pobres incluso para los estándares modestos. Durante este tiempo, los caballos eran considerados grandes tesoros. La persona más rica de la provincia no poseía más que unos pocos de ellos. Un día un caballo salvaje llegó galopando a la ciudad, saltó la valla del viejo granjero, y comenzó a pastorear en su tierra. De acuerdo con la ley local, esto significaba que el caballo le pertenecía a él y a su familia. El muchacho apenas podía contener su alegría, pero su padre le puso la mano sobre el hombro y le dijo: "¿Quién sabe qué es bueno o malo? Ya lo veremos."

 

Al día siguiente, el caballo escapó de regreso a las montañas y el muchacho quedó con su corazón roto. "¿Quién sabe qué es bueno o malo? Ya lo veremos”, le dijo su padre de nuevo, con la misma ecuanimidad que había mostrado el día anterior. Al tercer día, el caballo regresó con una docena de caballos salvajes que le seguían. El muchacho casi no podía creer en su suerte. “¡Somos ricos!” gritaba a lo que su padre le contestó "¿Quién sabe qué es bueno o malo? Ya lo veremos”. Al cuarto día, el muchacho se subió a uno de los caballos salvajes y fue lanzado de él, rompiendo su pierna al caer. Su padre fue rápidamente a traer al doctor y pronto lo estaba atendiendo mientras el muchacho lloraba y se quejaba de su mala suerte. El viejo granjero limpió la frente de su hijo con un paño húmedo, miró a su hijo profundamente a los ojos, y le dijo directamente: “Mi querido hijo, ¿quién sabe qué es bueno o malo? Ya lo veremos." Y el quinto día, la provincia entró en guerra y los reclutadores del ejército llegaron a la ciudad y reclutaron a todos los hombres, excepto al que tenía la pierna rota.”  (Página 6-5).

 

Estamos acostumbrados, por la enseñanza cultural, a juzgar y sacar conclusiones frente a los hechos antes de conocer el cuadro completo de la vida. Incluso antes de que sucedan las cosas. Este estado de juicio no es más que momentáneo. Lo que en un principio puede parecernos malo al final podemos cambiar completamente de perspectiva cuando entendemos para qué sucedió. Y en ese cambio de entendimiento y de conciencia cambiamos todo, incluso el pasado. Podemos llegar al punto de agradecer por ese suceso que tan “horrible” parecía ser al principio.

 

Mantenerse en el seguro y tranquilo campo de la incertidumbre, confiando que estamos en manos de fuerzas e intenciones superiores a nosotros que nos guían para nuestro bien y el de todos los implicados, es vivir en paz.  La incertidumbre es la paz. Cuando no juzgamos, no criticamos, no violentamos, sino que simplemente amamos lo que es porque es, la ecuanimidad de la paz vive en nuestro interior. Hay que tomar decisiones diariamente en la vida en función a la utilidad, a los objetivos propuestos, a la cotidianidad. Pero no confundamos la toma inteligente y amorosa de decisiones con el desasosiego de las conclusiones críticas y juicios frente a los hechos.

 

¿Haz visto caminar a un niño cogido de la mano de su padre? Observa su caminar, su respiración, su expresión facial, su paz, su serenidad, su amor por todo.  Es la paz del no juicio. Es la paz del amor incondicional. Es la paz de la gratitud. Es la paz de la alegría de ser y de vivir, de disfrutar todo… todo.

Dana Benarroch.

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